
Ello significó un enorme reto también para la gestión de los programas, para los docentes y para facilitar el acceso a conexión, medios y equipos digitales. Pero más allá de las consecuencias inmediatas y de la ágil respuesta de las instituciones de formación en la región, se vislumbran ya las nuevas configuraciones en el mundo del trabajo y de la formación. A la salida de este periodo se estarán reconfigurando muchas ocupaciones y se conocerán nuevos planes y estrategias para impulsar el desarrollo productivo. La demanda por nuevas habilidades crecerá y se requerirán programas para reconvertir, recalificar y reinsertar trabajadores en las nuevas actividades. Allí la formación profesional enfrenta un nuevo desafío para responder a esta rápida reconfiguración que tendrá lugar y será también impulsada por las políticas de desarrollo productivo y transformación que acompañarán las nuevas demandas. La rápida respuesta de las instituciones de formación permitió que en pocos días se estableciera una oferta de formación a distancia basada en Internet, que contribuyó a contener las pérdidas en capital humano y acumulación de competencias. De ahí surgió la necesidad de formar y recalificar a los docentes para asumir un rol de formadores a través de plataformas virtuales, y pronto se generó la preocupación y las respuestas para ayudar a los más vulnerables a no perder el ritmo o quedar excluidos de esta nueva opción de formación por falta de acceso a Internet o a un equipo informático adecuado, condiciones que en muchos casos son preexistentes a la crisis. La formación profesional debe encarar el desafío de recalificar a los trabajadores que perdieron aquellos empleos que no volverán, pero también facilitar la transición para los que lleguen impulsados por las medidas de reconversión productiva e impulso a la recuperación.
ALGUNAS ACCIONES A TENER EN CUENTA:
FUENTE: Fernando Vargas. OIT/Cinterfor